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Viaje a la semilla:

Tepoztlán; tierra de montañas, colores y sabores

Místico, atrapante, bello o inefable. Son muchos los personajes que han utilizado adjetivos como éstos para plasmar la serie de emociones que les genera Tepoztlán a lo largo de la historia, congelarlo en una historia, dibujarlo en un cuadro, plasmarlo en un libro, replicarlo en un relato, buscando siempre delimitar el objeto, recorriendo su epicentro, acariciándole apenas la crin más suave, como si fuera un ave que emprenderá un alto vuelo. Sea cual sea su técnica y su esfuerzo en la definición, siempre habrá más.

Un paraíso a tu alcance

Un paraíso a tu alcance

Dicen que el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla, del mismo modo, quedaría escrita la siguiente sentencia: quien visita Tepoztlán está condenado a quedar enamorado. Este pueblo lleno de folclor acaba de cumplir sus 20 años como pueblo mágico, pero más allá de cualquier título que está lejos de hacerle justicia, conformémonos con decir que se trata rincón extático anidado entre las montañas, donde las páginas de su historia y la exuberante naturaleza se entretejen de manera única.

Sus calles empedradas, rusticas y serpenteantes parecen haber detenido el reloj en un tiempo antiguo, manteniendo un contacto con la naturaleza en el que no se necesita sacrificar la comodidad para salirse de la zona de confort y disfrutar el bello paisaje que lo rodea por todos lados. Desde el amanecer hasta el atardecer, se realizan múltiples actividades a lo largo y lo ancho del mapa que pueden interesarte, no importa la disciplina que prediques.

¿Por dónde habríamos de empezar? Su cercanía con la capital del país es algo que se le adjudica mucho, pero más allá de esto, hay multiplicidad de razones por las cuales viajeros más alejados deberían venir y perderse, adentrarse y reencontrarse en este valle, el cual está cercado de manera natural por una cordillera de cerros que ya desde su geología, guardan una gran historia en sí mismos.

Cada grano de estas rocas tiene ya en su composición algo místico. No solo se corren rumores acerca de cómo el tipo de rocas hacen sospechar que antes (miles de años) hubo ahí mantos de agua, sino que por ejemplo, en los corredores del viento —los que bañados a la luz del sol parecen cortados por un hacha gigantesca, mientras muestran su tono cobrizo, y nos parecen explicar el por qué la etimología de Tepoztlán se relaciona con un instrumento de cobre—, sino que ahí también se alzan vestigios de un posible observatorio astronómico antes de la conquista, un lugar privilegiado para observar el movimiento de los astros que hasta el día de hoy se alza majestuoso.

Un paraíso a tu alcance
Tepoztlán

Al mismo tiempo que esos pensamientos recorren tu mente, el gran protector, el hijo de Ehécatl, el dios Tepuztécatl se manifiesta contigo a través de las corrientes de aire, a lo largo de estas montañas, donde la belleza alcanza su plenitud, y la herencia ancestral se siente presente, en estos caminos donde se puede practicar el senderismo explorando estas maravillas naturales, y el viento limpio y constante te pega en la cara, y parece impulsarte, al tiempo que se entrelaza con tus pensamientos y los disipa, llevándote a un estado de trance, observando estos paisajes que son hermosos en cualquier época del año.

En el cenit encontrarás muchas veces miradores, que te ofrecen una vista vertical y completa del pueblo, desde donde se observa el exconvento de la natividad, en el corazón del pueblo, el cual fue construido por la orden dominica ya hace más de cinco siglos, y pese a haber recibido daños estructurales por el sismo ocurrido el 17 de septiembre del 2017, hoy está ya restaurado, esperando que lo visites y conozcas parte de su historia.

En cada uno de estos lugares hay material documental suficiente para satisfacer la curiosidad de todos, pero no es lo único que el pueblo puede ofrecerte.

La vegetación de la región abarca múltiples climas, en donde encontrarás un derroche de vida y color, como ejemplo, San Andrés de la Cal, una de sus múltiples comunidades, está considerada un observatorio certificado de aves, y yendo hacia el norte, en la comunidad de San Juan Tlacotenco, hay múltiples especies de hongos, fauna silvestre y escenarios llenos de verde, que solo la naturaleza puede lograr.

Ya desde su entrada, antes de recorrer la mítica avenida del Tepozteco, se alza la magnánima la glorieta homónima, recordando que cada 8 de septiembre esa escena es personificada en un festejo único.

Esta tradición en la que familias nativas que saben el valor cultural e histórico que se les encarga año con año, se preparan durante meses para la representación teatral en la que tanto jóvenes como señoritas participan, llevando una indumentaria típica en un mágico recorrido que se habla aún en la lengua originaria del náhuatl, con una danza folclórica que recorre los sitios más emblemáticos de la comunidad.

Podrías tomar nota acerca de la riqueza en la vestimenta de terciopelo negro y lentejuelas que da un carácter único a la vestimenta de los chinelos y la iconografía que está presente en cada uno de los trajes, la que retrata escenas de la cosmovisión prehispánica, o mantiene un diálogo de identidad con el animal guardián de cada uno de los barrios que integran las comparsas que cuatro dias antes del miércoles de ceniza se dan cita en la plaza cívica, e inundan de color y tradición el municipio con un brinco distintivo, ondeando banderas de gran magnitud y que sacan a bailar hasta el espíritu más tímido.

También podríamos hablar de los grandes artesanos que elaboran estos trajes, además de muchas otras piezas únicas, tales como cerería, cartonería, o las endémicas casitas de pochote que se elaboran con base en las espinas del mismo árbol, las cuales durante tu visita estás destinado a conocer.

No todos los artesanos tepoztecos elaboran piezas destinadas a durar ante la intemperie, algunos otros crean arte sonoro, visual (tales como los murales representativos del barrio de Santo Domingo, lienzo en el que artistas locales e internacionales han plasmado sus ideas) y gastronómico: dentro de tu visita estás obligado a visitar diversos lugares que ofrecen una experiencia culinaria y autóctona que te maravillará. Están desde platillos típicos de la comida prehispánica que han mantenido su vigencia, hasta cocineros que se mantienen a la vanguardia experimentando con sabores y degustaciones que harán vibrar a tu paladar con la satisfacción de estar probando uno de lo mejores sazones. En estos espacios no sólo encontrarás el mítico itacate triangular que en este momento es ya declarado parte del patrimonio de este paraíso terrenal —ya sea que lo pruebes solo o con un rico guisado—, sino también comida vegetariana, alimentos ricos en proteína, y multitud de sabores y sazones que acompañarán cada parte de tu experiencia.

Esto es solamente una probadita de lo mucho que Tepoztlán te puede ofrecer, no hace falta hablar de su gente, hospitalaria y arraigada a sus costumbres, leal y de buen corazón que seguramente te hará sentir parte de ellos durante tu estancia.

y siempre habrá más…

“El saber no ocupa lugar, y el trabajo nunca se agota”. En cada rincón de Tepoztlán hay cosas nuevas por descubrir. Desde las montañas que susurran los secretos de sus antiguos pobladores que trazaron senderos hacia la eternidad, ya sea en sus monumentos, tradiciones, artesanías, folclor, gastronomía e historia, siempre habrá nuevos apuntes que realizar en esta mágica tierra que espera tu visita, como una joya al alcance de tu mano.

y siempre habrá más…