La leyenda del Rey, o Dios Tepoztécatl ha fascinado a todos los oriundos del lugar, visitantes y extranjeros, demostrándonos un grandioso mito en el que se fusiona la ficción con la realidad y ha inspirado arte, literatura, cine e historia, contando el relato del mítico rey atemporal que guía a su pueblo y lo acompaña en la adversidad y la bonanza. Es por esto por lo que, en esta ocasión, abordaremos los orígenes de esta leyenda.
Los mitos son las historias que contamos a nosotros mismos para entender quiénes somos”.
Joseph Campbell
Hay mitos que nos hablan del origen del mundo en todas las culturas. Historias fascinantes, protagonizadas por héroes y villanos, en donde la fantasía y la imaginación se unen para contar relatos únicos de origen antiguo y explicar el porqué de determinados fenómenos naturales, monumentos y celebraciones que trascienden las fronteras culturales y geográficas y se revelan como una fuente inagotable de inspiración e interpretación.
Cada uno de estos relatos, en su esencia, son capaces de estremecernos con una fuerza arrasadora que deja desnuda nuestra alma y nos comparte el más grande y bello origen de una civilización. Son además portadores de una belleza sin igual que nos orienta sobre el rumbo de la humanidad.
Los mitos pueden cumplir diversas funciones en una sociedad. A menudo, éstos son utilizados para explicar fenómenos naturales o eventos inexplicables. En la cuna de la sociedad occidental, por ejemplo, la historia griega de Deméter y Perséfone explicaba las estaciones del año con base en la historia de la joven Perséfone, quien raptada por Hades volvía con su madre durante medio año y con ella los árboles se llenaban de vida.
Además, los mitos a menudo transmiten lecciones morales y educan a la juventud. Para ejemplo está el mito de Anansi, perteneciente a la cultura Ghana y de otras regiones en África Occidental.
Esta historia nos cuenta cómo el dios-hombre araña Anansi, engañó a Nyame, el dios del cielo, y logró poseer todas las historias del mundo y compartirlas con la humanidad, gracias a su ingenio e inteligencia.
En fin… los mitos son tan variados como las culturas que los crearon, y cada uno ofrece una visión única del mundo. Seguramente habrás escuchado hablar de:
En este fascinante mundo de los mitos, siempre emerge un protagonista destinado a enfrentar desafíos colosales. Este héroe es el epicentro de historias eternas y desempeña su papel con valentía y pasión, explorando un viaje lleno de misterios y enseñanzas. El renombrado teórico de la literatura, Joseph Campbell, habla del “Héroe de los Mil Rostros,” sugiriendo la existencia de un monomito que subyace en la esencia de cada narrativa. En su forma más simple, este héroe responde al llamado de la aventura, se lanza en una odisea de proporciones épicas, conquista la anhelada recompensa y, en última instancia, restaura el orden en un mundo sacudido por caos que imperaba al inicio del relato.
Dentro de la bella región del centro de México, mucho antes de la llegada de los europeos, rodeada por hermosos valles, en donde la agricultura encuentra su mejor cabida y los pueblos nativos vivían en relativa armonía, un grupo de tlahuicas emigró más allá de las fronteras del Valle de México, con el fin de fundar su pueblo y forjar su historia. Esta caravana caminó durante algún tiempo, hasta llegar a establecerse a lo que hoy conocemos como Tepoztlán.
Varios años transcurridos después de la fundación de este señorío, la historia nos cuenta que un señor de alto rango, tenía una hija, una doncella de finos rasgos tlahuicas que era tan bella como la misma luna.
Cuando esta doncella creció, su belleza se hizo aún más evidente: su piel morena mostraba la grandeza de los dioses y tuvo muchos pretendientes. No obstante, su padre guardó con gran celo su presencia. En todo momento era custodiada por una guardiana o nodriza quien la protegía contra cualquier mirada indiscreta. Esta joven acostumbraba bañarse en las aguas frescas del Río Atongo, donde el agua tan pura mostraba sus pies descalzos y su rostro se reflejaba con intensidad acompañado del brillo del sol.
En cierta ocasión llegó un pajarillo de color rojo que descendía de las faldas del Cerro del Aire o “𝐄𝐡𝐞𝐜𝐚𝐭é𝐩𝐞𝐭𝐥”, el cual se posó en las ramas de un árbol cerca del rio donde se encontraba la doncella, y comenzó a entonar hermosos trinos mientras ella se bañaba.
Así se hizo una costumbre al paso de los días, una cita en donde ambos disfrutaban la presencia uno del otro y gozaban de su encuentro en intimidad.
Otra versión asegura que en lugar de entrevistarse con un pajarillo, la doncella fue atacada por un fuerte viento encontrándose desnuda, lo cual la obligó a cubrirse inmediatamente, pero tan pronto lo hizo el viento cesó.
Pasado algún tiempo de aquellos sucesos, la doncella se despertó una mañana con malestares, y su padre, pensando que se trataba de alguna enfermedad, hizo que los mejores curanderos de la región la tratasen, hasta que llegó a sus oídos la noticia: la joven doncella estaba embarazada.
Este gran guerrero no podía permitir que su honor quedara manchado, y en un arrebato de cólera, reprendió a su hija y por igual a la nodriza por ser una alcahueta. Poco o nada le sirvieron el coraje y los regaños, con el paso de los días, el embarazo de la joven se hizo notorio, y aunque le prohibió salir a la calle y mostrarse en público, su más allegado comenzaron a rumorar a sus espaldas.
Encontrándose en un callejón sin salida y viéndose acechado por una mancha imborrable en su honor, concibió un plan al momento que la doncella entraba en labores de parto en los rincones más oscuros de sus habitaciones.
El niño nació fuerte y sano y la joven madre se llenó de felicidad. Pero al poco tiempo y al tenerlo en sus manos, su padre tomó la decisión de deshacerse de él…
y la leyenda dice así:
Al primer día coloco al recién nacido en un hormiguero gigante para ser devorado por estos hambrientos seres, pero grande fue su sorpresa cuando al día siguiente encontró a las hormigas desfilando alrededor del pequeño y llevándole comida hasta la boca.
Como su plan no funcionó, al segundo día, el padre colocó al niño en un maguey para que los candentes rayos del sol lo quemaran quitándole la vida. Sin embargo, la planta inclinó sus pencas para cobijarlo y darle sombra, además de alimentarlo con dulces gotas de aguamiel.
Al tercer día, intentó un método más radical, y para desaparecer al pequeño, lo colocó en una canasta y lo arrojó al rio; sin embargo, aguas más abajo, una pareja de ancianos lo recogió y decidieron quedarse con él para darle todo el cariño que jamás habían podido manifestar, ya que nunca habían podido procrear un hijo propio.
Fue así como este joven, que heredó la tez morena de su madre, y el carácter guerrero de su abuelo, creció rodeado de naturaleza sin saber que pertenecía a la nobleza de su pueblo. A una edad temprana se volvió un excelente cazador. Bastaba que él lanzara una flecha al aire para que el viento le devolviera aves y frutos que permitían llevarle el sustento a él y a sus padres hasta el humilde jacal en el que vivían. Además, el muchacho les devolvió cien veces el cariño a sus padres adoptivos que éstos le habían mostrado.
Este joven, durante su adolescencia tenía sueños en los que se comunicaba con su padre, el dios del viento Ehécatl, quien le mostraba el camino del héroe que estaba destinado a seguir.
Pero la leyenda no termina ahí. Más bien, estaba a punto de comenzar. En un futuro cercano este joven se enfrentaría al mayor terror que asolaba toda la región, pero esta es historia para otra ocasión.
Así que ya lo sabes, próximamente estaremos contando el desenlace de esta fascinante historia. No olvides dejar tu opinión y contarnos que es lo que más te maravilla de esta impactante leyenda, además de conocer la Hacienda Tepoztlán, lugar mágico con cultura y tradición.